Mi Help
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Durante décadas, el uso indiscriminado de antibióticos ha hecho proliferar la cantidad de microorganismos que con el tiempo se han vuelto resistentes a los medicamentos al punto que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha afirmado que se trata de un grave problema de salud pública y una amenaza para la seguridad alimentaria por su impacto ecológico.
“Los antibióticos son medicamentos que se utilizan para tratar infecciones causadas por bacterias, y actúan fundamentalmente matando a las bacterias o impidiendo que estas se reproduzcan”, asegura la directora médica de Help, Dra. Katherin Falck.
Sin embargo, se habla de resistencia a los antibióticos cuando los remedios utilizados para combatir las infecciones bacterianas pierden su eficacia. Es decir, las bacterias farmacorresistentes no mueren ni se inhiben con el antibiótico, sino que mutan o se vuelven inmunes, pudiendo causar infecciones mucho más difíciles de tratar.
Así lo reafirma la Dra. Falck: “El mal uso de los antibióticos tiene consecuencias graves tanto para la salud de las personas como para la salud pública colectiva. La primera consecuencia es la resistencia bacteriana, es decir, que cuando las bacterias una vez que están expuestas a los antibióticos continuamente van desarrollando mecanismos de adaptación que impiden que los efectos del antibiótico se produzcan. Esto hace que las infecciones sean mucho más difíciles de tratar y que se requieran antibióticos más complejos”.
Dado lo anterior, y de acuerdo con datos de la OMS, es fundamental entender que la resistencia antimicrobiana podría causar 10 millones de muertes anuales para 2050, y que infecciones comunes como neumonías o infecciones urinarias podrían volverse mortales.
El uso excesivo de los antibióticos para tratar diversas enfermedades e infecciones repercute en una serie de efectos negativos.
Por estas razones, y para prevenir y controlar la propagación de la resistencia a los antibióticos, es fundamental: